Extraño la Venezuela en la que solía vivir, extraño esa bondad y esa buena vibra que de sus ciudadanos se podía sentir, extraño las tardes soleadas que se podían disfrutar, los ratos libres que en la calle se podían pasar, con amistades, familiares, conocidos…. Extraño tanto cuando las balas no eran el ruido, sino que la risa de los niños jugando y siendo felices si era el mejor sonido.
No sé adónde se habrá ido todo eso, si al norte o a la indiferencia, no entiendo cómo es que se ha perdido el respeto hasta por la vida, es obvio que estamos pasando momentos difíciles, que como personas creemos que no merecemos lo que ocurre, pero siendo honesto tampoco siento que Venezuela merezca la apatía y el desamor con el que se le está tratando.
¿A dónde se marchó la esperanza y la fe que cada venezolano tenía dentro de sí para salir adelante? Al parecer olvidaron que Venezuela puede brillar más que cualquier diamante, que es un país que tiene mucho para dar, que se puede lograr lo que se proponga el pueblo, que en cada uno de nosotros está el volver a ser el país vivo y sonriente al que tanto amamos.
No entiendo cómo han llegado a ser tan irresponsables culpando a todos cuando todos somos los culpables, todo el que bota basura a la calle es culpable, todo el que decide comerse una flecha o pasarse un semáforo es culpable, todo el que no respete el rayado… es culpable.
Todos estamos tan mal, que ya casi no hay nada que nos una, ni el deporte, ni las artes, ni los logros de venezolanos en el extranjero ¡Cuánto HEMOS CAMBIADO!