Años 80, Las 5 am, mi mama prendía su radio Panasonic mientras hacia el café y preparaba el desayuno y el almuerzo, el locutor de la radio daba los buenos días, decía la hora y acto seguido anunciaba: “y ahora los dejo con “I just call to say i love you” de Steve Wonder”. Cada mañana, de cada día que desperté para ir al colegio, escuche esa canción, hoy en día; al volver a escucharla no puedo dejar de transportarme al pasado, a mi niñez.
Mi madre trabajaba y se levantaba muy temprano para alistar todo. Verooo, me llamaba y yo entre sabanas y dando traspiés lograba ponerme de pie, me bañaba y me colocaba mi uniforme, camisa blanca y falda azul plisada, mis botas Reebook, tenía dos pares unas negras y unas blancas, pero el colegio me exigía usar zapatos de color negro, así que dejaba las botas blancas para mis paseos los domingos. A veces desafiando a las reglas del colegio me ponía unas medias fosforescentes que estuvieron de moda en algún tiempo, tenía unas amarillas, rojas y unas moradas. Llegar al colegio, hacer la formación y cantar el himno, era una rutina que a muchos aburre hoy en día, pero yo lo disfrutaba, allí me ponía al día con mis amigas.
No puedo recordar exactamente como era mi bolso del colegio, pero si su aroma. Ese aroma a punta de lápiz, jajaja característico de cualquier escolar que se respete. Mi mama eventualmente me mandaba desayuno, el cual devoraba a eso de las 9:00 que era el recreo, sonaba el timbre y salíamos despavoridos hacia el patio, los juegos eran por temporadas. Existía la época de la perinola, el gurrufio, las metras (generalmente para los varones), la cuerda, la cinta, los días de la semana, la Ere, Fusilao; los juegos de las manos entre las niñas, en fin todo el año durante cada recreo había algo diferente por hacer. Estudiar no es una opción sino una obligación cuando se es niño evidentemente, así que también había tiempo para competir por ser “mejor de la clase”, nunca fui destacada por mis buenas calificaciones, pero resaltaba entre los demás niños en aquellos tiempos por mis ocurrencias y mi participación.
Tenía una maestra bastante radical por decirlo de alguna manera, de tarea teníamos que ver Dossier por vtv en donde el señor Walter Martínez, discutía para aquel entonces sobre la guerra del golfo, nuestra clase de 6to grado conjuntamente con la maestra, tomo la iniciativa de hacer cartas de navidad, para enviarla a los soldados en Irak, me pregunto ahora: habrán llegado esas cartas a su destino? Las fiestas también eran esperadas en temporadas, en el colegio se solía hacer una fiesta de carnaval, donde se elegía la reina de cada salón y luego cada niña competería por ser la reina del colegio, yo siempre me disfrazaba, una vez lo hice de roquera, o pues algo así.
Mi mami había comprado para mí una camisa del grupo “Mecano”, me puse mis pantalones nevados, mis botas blancas Reebook y una pañoleta en la cabeza, mi mami me maquillo por supuesto y lista toda una estrella de rock. En diciembre también teníamos una fiesta, solíamos hacer el famoso intercambio de regalo, yo fastidiaba enormemente a mi mama para comprar el obsequio de la persona a quien yo le regalaba, casi no podía dormir de la emoción de que llegara ese día, pues solía llevar algún estreno en mi ropa, además de que moría de la curiosidad por saber que me iban a regalar…. Siempre volví a casa o con un diario de Sarah Key o un decepcionante peluche, el cual no tenía ganas de recibir.
Volver a clases luego de vacaciones navideñas, era un despliegue de arrogancia entre todos, pues el primer día todos, todos los niños llegábamos con aunque sea un obsequio que nos dejaba “el Niño Jesús”, Barbies, ropas, morrales, lapiceros, portaminas, cualquier cosa era válida de llevar ese día para presumir nuestros tesoros. Recibí barbies muchas navidades de mi vida, Barbie cristal, Barbie primavera, Barbie Malibu, Barbie sirena, la familia de Barbie, también tenía la boutique de la Barbie, la casa de la barbie.
Recuerdo como si fuese ayer el día que me entere quien era en realidad el niño Jesús, iba de salida al colegio cuando alce mi mirada al closet y allí estaba una caja Fucsia con la palabra “Barbie”, justo la que había pedido en mi carta para esa navidad, mis ojos se desorbitaban y no podía creerlo, porque está allí? Mi mama me miro y resignada de una manera fría me dijo: la descubriste, bueno ya lo sabes… tenía 10 años todavía creía en el niño, todas las navidades posteriores fueron regalos menos Barbie. Tantas cosas que recuerdo de mi niñez, que forman parte de esa Venezuela de ayer, de la Venezuela donde nací y me crié, tengo vivos muchos recuerdos a pesar de…
Disfruto tanto al recordar, mis dedos se mueven rápido tratando de no dejar escapar ni un punto ni una coma, tratando de establecer un orden cronológico de todo ese pasado que forma parte de la idiosincrasia de cada individuo que creció en otra sociedad distinta a la de hoy, en otro panorama, con mucho menos tecnología, pero con mejor calidad de vida, paradójicamente.
Para mí es un placer compartir estas líneas pensando que algún día, volveré a escribir tantos episodios que espero queden en los recuerdos, que a diferencia de lo que respecta a mi niñez, espero que solo queden como parte de un pasado de algo que fuimos y que nunca volveremos a ser.
Veronica Espin
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